La última vez que estuvimos en Ponferrada no pudimos aprovechar la gastronomía de la zona todo lo que quisimos, así que teníamos la obligación moral de volver. En esta ocasión, nos acercamos a Cacabelos para comer en el Mesón Apóstol, un restaurante muy frecuentado por los peregrinos del Camino de Santiago... y por mucha gente más. Jugamos con fuego intentando ir sin haber reservado y nos acabamos sentando a la mesa una hora después (nos avisaron de ello cuando llegamos). No sólo sufrimos la espera, sino que parte de los platos de los menús se habían acabado, así que nos quedamos sin comer botillo.
Se puede comer a la carta, pero la mejor opción son los menús que están a muy buen precio y uno no se queda con hambre.
El desfile de primeros platos empezó con unos chichos con patatas. Los chichos son un alimento que cambia de nombre con la zona. Para mi siempre serán jijas, pero ya no me resulta extraño verlo como chichas, picadillo, zorza... En fin, yendo al grano la verdad es que estaban muy buenas. Queda claro que no es un plato precisamente complejo, pero en ocasiones se encuentran muchos trozos de grasa y éste, afortunadamente, no fue el caso.
No podía faltar entre las elecciones el pote gallego. Para mi gusto le faltó un poquito de "material", pero de sabor estaba espectacular.
Por último, pedimos unos feixós rellenos de setas con queso de cabra. Me hubiera podido comer cincuenta de estos. En un principio me dio miedo que el queso de cabra se pudiera comer todo el sabor, pero nada más lejos de la realidad. Todos los sabores se notaban en su justa medida.
Los segundos comenzaron con el rabo de toro. No era un plato especialmente grande en cuanto a carne, pero estaba bastante bueno.
Por cierto, las patatas en todos los platos son de nota: caseras y de calidad.
Otra de las elecciones fue la chuleta de ternera. De un tamaño bastante respetable, eché en falta un poquito más de sabor. No es que fuera malo, ni muchísimo menos, pero supongo que nos hemos acostumbrado a comer muy buena carne. Eso sí, como parte de este menú, es una opción muy aconsejable.
Como no había chuleta para todos los que la pedimos, la otra opción de carne fue el entrecot. La valoración es la misma que la de la chuleta. Buena carne, pero no excepcional.
El último plato principal fue la lasaña de berenjenas y ternera. La lasaña me encanta, pero no acababa de ver claro lo de las berenjenas. Al final la pedí porque el compañero que nos llevó al restaurante dijo que estaba muy buena. Aunque él tenía razón, se quedó muy corto en su valoración, ya que estaba impresionante.
De postre empezamos pidiendo la tarta de queso. Casera y muy muy dulce, recibió las alabanzas de todos los comensales, aunque me quedó con la frase de uno de ellos: "Ojalá me pudiera bañar en ella".
El flan que pedimos estaba correcto, pero no me emocionó.
Para terminar, acabamos pidiendo feixós con chocolate. Como el chocolate no es lo mío ni me acerqué, pero mis compañeros dijeron que estaba buenísimo, así que fue un gran acierto.
Sin contar la lógica espera inicial, quedamos muy contentos con este restaurante. La comida está bastante buena y el precio, de 20 euros por persona por un menú más un vino a mayores, es muy atractivo.
Además, el trato de los camareros, por lo menos el de los tres que nos atendieron, fue excelente. Incluso, estuvimos hablando sobre vinos un buen rato con uno de ellos, que además era el jefe.
Ficha:
Restaurante Apóstol
Restaurante Apóstol
Lo mejor: por alabanzas recibidas, la tarta de queso, aunque hubo muchas cosas muy buenas.
Lo menos bueno: que se acabase el botillo
Precio: 20€ (menú más vino a la carta)