miércoles, 17 de junio de 2015

Gourmets en Japón: Ganko Sanjo Honten - Kioto

Continuando nuestra estancia en Kioto, y tras haber recorrido la zona de Pontocho, se nos hizo la hora de la cena, así que siguiendo la recomendación de una guía, fuimos a cenar a un restaurante de la cadena Ganko: Ganko Sanjo Honten.

Imagen de google street view

 Como éramos un grupo de siete nos subieron al segundo piso, donde las mesas son más privadas  y el ambiente es más tranquilo.



De aperitivo nos ofrecieron un poco de tempura. No era una maravilla, pero el hambre que llevábamos provocó que la impresión fuera buena.



Empezamos pidiendo una sopa de miso con almejas. Era nuestro segundo día en Japón y como no habíamos comido ninguna sopa de miso nos pareció buena idea, aunque varios días después ya estaríamos un poco cansados de ella. Centrándonos en la sopa, la verdad es que estaba buena, pero las almejas eran bastante más flojas y algunas tenían tierra incorporada.



Pedimos también chawan-mushi, que es una especie de natilla o flan de huevo mezclada con otros ingredientes, que en este caso parecía ser una sopa de setas. Resulta extraño de comer por no estar acostumbrado a esa consistencia, pero de sabor estaba muy rico.



Una elección que no costó nada hacer fue la del surtido de sushi de atún. Cuatro nigiris y seis makis que si bien no estaban mal, esperaba bastante más de ellos.



El tartar de atún fue, para mi gusto, lo mejor de la cena. El atún de este plato me supo bastante mejor que el del sushi, claro que éste tiene "trampa" porque está aliñado.



Por último, pedimos el sushi variado en dos tamaños diferentes. No estaba mal del todo, pero últimamente hemos comido muy buen sushi y este me supo a poco. Tengo que reconocer pese a todo, que siendo el de arenque uno de los que menos me llamaban, fue el que más me gustó.

El trato, puesto que estábamos en una zona más privada, fue excelente, y el conocimiento de inglés de la camarera fue suficiente para hacernos entender sin problemas.

En definitiva, aquí no vas a encontrar la cena de tu vida, pero tiene un buen surtido de platos con una calidad aceptable, que los 20 euros por persona  que costó, los damos por bien pagados.


Ficha:

Ganko Sanjo Honten
101 Nakajima-cho
Nakagyo-ku, Kioto
Tlf: + 81 75 255 11 28
Web: Ganko

Lo mejor: el tartar de atún
Lo menos bueno: esperaba más del sushi
Precio: 20 €

lunes, 15 de junio de 2015

Gourmets en Japón: Taishoken - Kioto

Durante nuestras vacaciones en Japón era necesario probar la comida típica del país, así que, mientras estábamos en Kioto, decidimos comer ramen en la calle del ramen (Ramen Koji), que está situada en la décima planta del edificio de la estación (Kyoto Station). En esta planta hay ocho restaurantes donde se pueden probar diferentes especialidades de ramen del país.

Nuestra elección fue el Yamagishi Taishoken, una cadena de restaurantes que fueron los inventores del tsukemen, que es una variedad de ramen donde éste se sirve en un bol aparte y para comerlo lo untas en el caldo.



Tanto en este restaurante como en los del resto de la planta, primero se mira en los menús que es lo que se quiere comer, hay fotos para hacerse una idea, y después se elige y se paga en las máquinas junto al restaurante, que devuelven un ticket que habrá que entregar al camarero.



Resulta extraño al principio, pero al final todo resulta bastante evidente, y si hay problemas, los camareros se defienden en inglés ya que hay mucho turista.



Tienen tres tipos de ramen, cada uno con más ingredientes, Normal, Tokyo y Deluxe, y entre dos o tres tamaños. Nosotros los probamos todos, pero sólo hicimos fotos del Deluxe Dip Ramen pequeño.

Estaba buenísimo, aunque había que tener cuidado con los latigazos de los fideos que pueden dejar manchas en la ropa. Para evitarlos en la medida de lo posible, lo mejor es comer lo más cerca del cuenco que se pueda. Coger con los palillos el huevo fue toda una "aventura", ya que se nos escapaba todo el rato.

Algo a tener en cuenta en la mayoría de los restaurantes que estuvimos, es que el agua es gratis y la cerveza cara, 5-8 euros. Parece una tontería, pero no es extraño acabar gastando más en bebida que en comida.

Al final salimos por 9 € por persona, poco más de 1000 yens. No es caro, pero hay que recordar que "sólo" estábamos comiendo fideos. Con todo, se trata de un gran sitio para cenar por poco dinero.


Ficha:

Yamagishi Taishoken
Ramen Koji, Kyoto Station, 10th Floor
Tlf: +81 75 365 5066

Lo mejor: relación calidad-precio
Lo menos bueno: es un local pequeño y se llena rápido
Precio: 9 €

sábado, 13 de junio de 2015

Gourmets en Japón: Bebidas

Como incluso nosotros nos vamos de vez en cuando de vacaciones, no quisimos desaprovechar nuestra estancia en Japón para probar cosas nuevas, a veces ricas, y casi siempre curiosas.

Una de las cosas que más nos llamó la atención del país, fue la increíble cantidad de máquinas de bebidas que se encuentran en la calle. La justificación que he escuchado es que son imprescindibles para las altas temperaturas del verano.



Ahí estaban, a cada pocos metros te encontrabas con una o varias en las narices, así que, ante tanta bebida extraña, no tuvimos más remedio que probar un poquito de todo.



Los primeros días todo sorprende y es difícil fijarse en los pequeños detalles, así que al ver esta especie de castor con sobredosis de cafeína, no vimos el cartel de Minute Maid que rompía parte de la magia.

El refresco de naranja sin burbujas que había en su interior además de saber bien, ni nos mató, ni nos dejó ciegos, así que superamos la primera prueba sin contratiempos.



La bebida de naranja estaba rica, pero como prueba, era ir a lo seguro. Como había que subir el nivel un poco, (pero sin pasarse, que se note que somos unos gallinas), decidimos probar otros refrescos de fruta.

El dibujo de este nuevo refresco dejaba claro que era una bebida de arándanos, y al igual que el anterior, era otro refresco tipo Trinaranjus.



No es que la cereza sea precisamente una fruta rara, pero ese color rancio que se se ve en la parte inferior de la botella, tenía algo hipnótico que nos obligó a comprarla.

¿El refresco? Pues otro Trinaranjus más.



Venga, vamos a subir un poco la apuesta la apuesta. Entre ser una bebida de melón chino, y el color pis que tenía, probarlo se convirtió en algo vital para mi existencia.

Otro refresco sin burbujas, con un sabor que no me gustó demasiado, pero no tan desagradable como apuntaba.



Aquí vino la primera prueba de fuego. Esta lata, que me llamaba a voces, tenía que probarla a toda costa. El dibujo anticipaba que pudiera ser una especie de bebida energética, pero igual podía referirse a que supiera a rayos (sí, he releído este párrafo, sé que el "chiste" es lamentable, pero aún así, voy a dejarlo).

Efectivamente, era de tipo Red Bull, y pese a mis temores, ni sufrí ningún efecto secundario, ni encontré problemas para dormir.



Otro caso de amor a primera vista. Ese color de agua residual me atrajo como un canto de sirenas (sí, puedo llegar a ser así de cerdo). De sabor estaba bastante rico: era una especie de batido, pero más acuoso, con un sabor parecido a la vainilla.



Como a este bote le hice la foto cuando ya estaba vacío, tengo que decir que el color era como el del anterior, pero como me gustó tanto, tuve que probarlo también. Además, ese tres que tenía en la etiqueta... ¿qué sería? ¿Tres vitaminas? ¿Tres tipos de gato?. El sabor, no a gato, era algo mejor que el anterior, y su consistencia, menos acuosa, lo hacía más agradable al paladar.



Hasta ahora nos guiamos bien por la etiqueta, o por el color para escoger la que pudiera ser nuestra muerte inminente, pero habiendo sobrevivido hasta ahora, teníamos que dar un nuevo paso al frente: cuanto más misterioso mejor.

¿A qué sabría esta lata que tenía en mi mano? No sabía si esa cara de niño pequeño indicaba que era una lata de leche, sí, muy raro, pero estábamos en Japón, o tal vez tenía un bebé dentro de ella. Al final, ni lo uno ni lo otro, era una especie de gaseosa bastante sosilla.



Venga, ahora sin dibujitos en la etiqueta que nos pudieran dar alguna pista, probamos un nuevo refresco. De nuevo, resulto ser algo parecido a una gaseosa, pero con un sabor que me recordaba a los caramelos PEZ. Refrescante, pero sin más.



Íbamos subiendo el nivel y no me apetecía probar cosas sencillas, pero como soy débil, caí en la tentación de probar esta lata negra con una manzana brillante.

Un zumo de manzana con todas las letras. Con mucho más sabor que los que se encuentran en España, aunque no es que sea algo muy complicado. Como no todo es siempre tan bonito, la lata estaba llena de tropezones de pulpa de manzana que, aunque supongo que ayudaban a dar sabor, no era muy agradable de beber.



¿Un refresco con sabor a maíz o sopa de maíz?. ¡Cata obligada!. Meto el dinero en la máquina, saco la lata... Qué raro, está caliente... Fue probarla y confirmar mis sospechas: había comprado sopa de maíz en lata. ¡Con granos de maíz incluidos!. Por suerte, estaba buena y todo.

Todo esto nos ayudó a saber que, en las máquinas de bebidas, si la etiqueta del precio es azul se trata de una bebida fría, y si es roja es algo caliente. Evidente una vez que lo sabes, pero sorprende de primeras.



Habiendo probado ya refrescos de varios sabores, todavía quedaban opciones para irnos superando. Todo apuntaba a que esa botella con la letra C sería algo que tuviera la vitamina en cuestión, así que no nos podíamos quedar sin probarla. Tenía un sabor como el de esos jarabes para niños tan adictivos. A mi me gustó bastante.



Si el producto anterior era un jarabe con vitamina en un bote como los de refresco, más o menos, el encontrar lo que ya era 100% un bote de jarabe, con vitamina D en este caso, hizo necesaria su compra. El sabor, muy parecido al anterior, hizo honor al frasco.



Como buen vallisoletano, esta lata tenía que comprarla sí o sí. Estaba claro que se trataba de un refresco de uva, pero la niña dibujada en la parte de atrás nos decía que había que agitar la bebida antes de probarla. Dicho y hecho, agite y probé:
-  Sabor... rico
-  Textura...  gelatinosa. Esto... ¿gelatinosa?. Por Dios qué cosa más rara. 

Tras un rato bebiendo a sorbitos y aguantando como un campeón, por decir algo, esa textura desagradable, se me encendió la bombilla y decidí agitar el bote como si no hubiese mañana. ¿El resultado? Todo el contenido se hizo líquido y ya se quedó como un refresco muy bueno. Ojalá hubieran dejado más claro que había que agitar con ganas.



Otra lata que me conquistó, y por si fuera poco... ¡¡¡tenía un juego de las 7 diferencias en la parte de atrás!!!. Refresco y diversión juntas. Creo que ya pocas cosas más le puedo pedir a la vida. No pude asociar su sabor a nada concreto, pero sí sé que me gustó.



El último día del viaje, ya había probado muchas cosas y más o menos intuía a qué iban a saber los refrescos... ¿o tal vez no?. Un nuevo bote se cruzaba en mi camino, el color de su contenido, bastante infecto, ya no me producía ningún miedo, y el dibujo de un producto reconocible, trigo, no anticipaba peligro. Qué error el mío.

El olor que me encontré al abrirlo fue desagradable y, por alguna razón, llegué a pensar qué tal vez el sabor no fuera tan malo... y era cierto. Era bastante peor. Resultó ser una bebida bastante aguada con un regusto a café al final. Me dijeron que tal vez fuese achicoria, pero yo tenía suficiente con pasar ese brebaje por mi garganta. Como soy imbécil un campeón, me lo conseguí acabar con bastante esfuerzo. Mis acompañantes no quisieron probarlo, aunque tal vez influyese que dijese que olía a culo de mono y supiese a estiércol...



Ya no probamos más bebidas en la calle, pero los supermercados aún podían ofrecer más cosas curiosas. Entre otras, esta bebida que olía razonablemente bien, pero su sabor a arándanos, o algo parecido, me dejó más bien frío.

No sé porque estas bebidas no estaban en las máquinas de la calle, ni el porqué de su alto precio, pero teniendo en cuenta que no me sentaron mal, ya me doy por satisfecho.



Este bote parecido al anterior tenía peor olor, pero mejor sabor, en este caso a mango.


Japón es un sitio muy recomendable para visitar, y todas estas bebidas que hemos podido probar, con mayor o menor acierto, han hecho del viaje algo más divertido.

jueves, 4 de junio de 2015

Buscando la mejor hamburguesería de Valladolid (XXIII): La Tramontana

Para esta nueva entrega no fuimos a la típica hamburguesería, sino a un bar, La Tramontana,  en el que me habían comentado que ponían unas buenas hamburguesas, y como queda en Huerta del Rey, cerca de casa de un amigo mío, ya teníamos plan.

El local tiene una barra larga según entras a la derecha y varias mesas, más un salón al fondo, donde comer alguno de los múltiples platos que preparan aqui, desde huevos rotos a pizzas, pero vamos a centrarnos en la hamburguesa, que es a lo que veníamos.



Pedimos la hamburguesa completa que lleva lechuga, tomate, cebolla, beicon, queso y huevo. No es una hamburguesa especialmente grande, pero tampoco lo es su precio: 4,50 €. Está muy bien de sabor, tiene bastante beicon y el huevo está en su punto, lo que se agradece bastante. En la parte negativa está el pan, que, o tienes mucho cuidado, o se te acaba desmigando.

La camarera que lo atiende es muy simpática, así que es poco probable que nadie vea una sola mala cara que te amargue la comida. Puede que el local esté un tanto alejado, pero tanto la comida como el servicio aseguran una buena experiencia.