Como incluso nosotros nos vamos de vez en cuando de vacaciones, no quisimos desaprovechar nuestra estancia en Japón para probar cosas nuevas, a veces ricas, y casi siempre curiosas.
Una de las cosas que más nos llamó la atención del país, fue la increíble cantidad de máquinas de bebidas que se encuentran en la calle. La justificación que he escuchado es que son imprescindibles para las altas temperaturas del verano.
Ahí estaban, a cada pocos metros te encontrabas con una o varias en las narices, así que, ante tanta bebida extraña, no tuvimos más remedio que probar un poquito de todo.
Los primeros días todo sorprende y es difícil fijarse en los pequeños detalles, así que al ver esta especie de castor con sobredosis de cafeína, no vimos el cartel de Minute Maid que rompía parte de la magia.
El refresco de naranja sin burbujas que había en su interior además de saber bien, ni nos mató, ni nos dejó ciegos, así que superamos la primera prueba sin contratiempos.
La bebida de naranja estaba rica, pero como prueba, era ir a lo seguro. Como había que subir el nivel un poco, (pero sin pasarse, que se note que somos unos gallinas), decidimos probar otros refrescos de fruta.
El dibujo de este nuevo refresco dejaba claro que era una bebida de arándanos, y al igual que el anterior, era otro refresco tipo Trinaranjus.
No es que la cereza sea precisamente una fruta rara, pero ese color rancio que se se ve en la parte inferior de la botella, tenía algo hipnótico que nos obligó a comprarla.
¿El refresco? Pues otro Trinaranjus más.
Venga, vamos a subir un poco la apuesta la apuesta. Entre ser una bebida de melón chino, y el color pis que tenía, probarlo se convirtió en algo vital para mi existencia.
Otro refresco sin burbujas, con un sabor que no me gustó demasiado, pero no tan desagradable como apuntaba.
Aquí vino la primera prueba de fuego. Esta lata, que me llamaba a voces, tenía que probarla a toda costa. El dibujo anticipaba que pudiera ser una especie de bebida energética, pero igual podía referirse a que supiera a rayos (sí, he releído este párrafo, sé que el "chiste" es lamentable, pero aún así, voy a dejarlo).
Efectivamente, era de tipo Red Bull, y pese a mis temores, ni sufrí ningún efecto secundario, ni encontré problemas para dormir.
Otro caso de amor a primera vista. Ese color de agua residual me atrajo como un canto de sirenas (sí, puedo llegar a ser así de cerdo). De sabor estaba bastante rico: era una especie de batido, pero más acuoso, con un sabor parecido a la vainilla.
Como a este bote le hice la foto cuando ya estaba vacío, tengo que decir que el color era como el del anterior, pero como me gustó tanto, tuve que probarlo también. Además, ese tres que tenía en la etiqueta... ¿qué sería? ¿Tres vitaminas? ¿Tres tipos de gato?. El sabor, no a gato, era algo mejor que el anterior, y su consistencia, menos acuosa, lo hacía más agradable al paladar.
Hasta ahora nos guiamos bien por la etiqueta, o por el color para escoger la que pudiera ser nuestra muerte inminente, pero habiendo sobrevivido hasta ahora, teníamos que dar un nuevo paso al frente: cuanto más misterioso mejor.
¿A qué sabría esta lata que tenía en mi mano? No sabía si esa cara de niño pequeño indicaba que era una lata de leche, sí, muy raro, pero estábamos en Japón, o tal vez tenía un bebé dentro de ella. Al final, ni lo uno ni lo otro, era una especie de gaseosa bastante sosilla.
Venga, ahora sin dibujitos en la etiqueta que nos pudieran dar alguna pista, probamos un nuevo refresco. De nuevo, resulto ser algo parecido a una gaseosa, pero con un sabor que me recordaba a los
caramelos PEZ. Refrescante, pero sin más.
Íbamos subiendo el nivel y no me apetecía probar cosas sencillas, pero como soy débil, caí en la tentación de probar esta lata negra con una manzana brillante.
Un zumo de manzana con todas las letras. Con mucho más sabor que los que se encuentran en España, aunque no es que sea algo muy complicado. Como no todo es siempre tan bonito, la lata estaba llena de tropezones de pulpa de manzana que, aunque supongo que ayudaban a dar sabor, no era muy agradable de beber.
¿Un refresco con sabor a maíz o sopa de maíz?. ¡Cata obligada!. Meto el dinero en la máquina, saco la lata... Qué raro, está caliente... Fue probarla y confirmar mis sospechas: había comprado sopa de maíz en lata. ¡Con granos de maíz incluidos!. Por suerte, estaba buena y todo.
Todo esto nos ayudó a saber que, en las máquinas de bebidas, si la etiqueta del precio es azul se trata de una bebida fría, y si es roja es algo caliente. Evidente una vez que lo sabes, pero sorprende de primeras.
Habiendo probado ya refrescos de varios sabores, todavía quedaban opciones para irnos superando. Todo apuntaba a que esa botella con la letra C sería algo que tuviera la vitamina en cuestión, así que no nos podíamos quedar sin probarla. Tenía un sabor como el de esos jarabes para niños tan adictivos. A mi me gustó bastante.
Si el producto anterior era un jarabe con vitamina en un bote como los de refresco, más o menos, el encontrar lo que ya era 100% un bote de jarabe, con vitamina D en este caso, hizo necesaria su compra. El sabor, muy parecido al anterior, hizo honor al frasco.
Como buen vallisoletano, esta lata tenía que comprarla sí o sí. Estaba claro que se trataba de un refresco de uva, pero la niña dibujada en la parte de atrás nos decía que había que agitar la bebida antes de probarla. Dicho y hecho, agite y probé:
- Sabor... rico
- Textura... gelatinosa. Esto... ¿gelatinosa?. Por Dios qué cosa más rara.
Tras un rato bebiendo a sorbitos y aguantando como un campeón, por decir algo, esa textura desagradable, se me encendió la bombilla y decidí agitar el bote como si no hubiese mañana. ¿El resultado? Todo el contenido se hizo líquido y ya se quedó como un refresco muy bueno. Ojalá hubieran dejado más claro que había que agitar con ganas.
Otra lata que me conquistó, y por si fuera poco... ¡¡¡tenía un juego de las 7 diferencias en la parte de atrás!!!. Refresco y diversión juntas. Creo que ya pocas cosas más le puedo pedir a la vida. No pude asociar su sabor a nada concreto, pero sí sé que me gustó.
El último día del viaje, ya había probado muchas cosas y más o menos intuía a qué iban a saber los refrescos... ¿o tal vez no?. Un nuevo bote se cruzaba en mi camino, el color de su contenido, bastante infecto, ya no me producía ningún miedo, y el dibujo de un producto reconocible, trigo, no anticipaba peligro. Qué error el mío.
El olor que me encontré al abrirlo fue desagradable y, por alguna razón, llegué a pensar qué tal vez el sabor no fuera tan malo... y era cierto. Era bastante peor. Resultó ser una bebida bastante aguada con un regusto a café al final. Me dijeron que tal vez fuese achicoria, pero yo tenía suficiente con pasar ese brebaje por mi garganta. Como soy
imbécil un campeón, me lo conseguí acabar con bastante esfuerzo. Mis acompañantes no quisieron probarlo, aunque tal vez influyese que dijese que olía a culo de mono y supiese a estiércol...
Ya no probamos más bebidas en la calle, pero los supermercados aún podían ofrecer más cosas curiosas. Entre otras, esta bebida que olía razonablemente bien, pero su sabor a arándanos, o algo parecido, me dejó más bien frío.
No sé porque estas bebidas no estaban en las máquinas de la calle, ni el porqué de su alto precio, pero teniendo en cuenta que no me sentaron mal, ya me doy por satisfecho.
Este bote parecido al anterior tenía peor olor, pero mejor sabor, en este caso a mango.
Japón es un sitio muy recomendable para visitar, y todas estas bebidas que hemos podido probar, con mayor o menor acierto, han hecho del viaje algo más divertido.