No es que necesitemos muchas excusas para salir a comer, pero tratándose del cumpleaños de uno de los miembros habituales del equipo, era obligatorio poner a prueba nuestros estómagos.
En esta ocasión visitamos La Parrilla de San Lorenzo, uno de los restaurantes más conocidos de Valladolid que, por cosas de la vida, no había tenido la suerte de visitar con anterioridad.
El local forma parte del monasterio de monjas recoletas de San Bernardo, y debido a una ampliación, cuenta con numerosos salones, parte de ellos en galerías subterráneas, que dan cabida a una gran cantidad de comensales. Entrar en este restaurante es como retroceder el el tiempo varios siglos, y la decoración es bien bonita.
Como muestra del ambiente del local, ésta es la carta del restaurante.
Y ya por fin vamos a dejar a un lado la parte menos importante, para centrarnos en el objetivo de la entrada.
Como entrante empezamos con un carpaccio de bacalao con cecina. El embutido estaba muy bueno, y el toque que añadía el bacalao, ayudaba a tener un buen contraste de sabores.
El cestillo de langostinos y setas al curry estuvo a punto de hacerme llorar de lo rico que estaba. Normal por otra parte, teniendo en cuenta que me gustaba todo. Repetiré fijo la próxima vez que venga.
Los chipirones salteados en su tinta y carabineros al verdejo con arroz de verduras, mantuvieron sin problema el nivel del anterior entrante. Una cantidad generosa que no tardó en desaparecer.
El solomillo de ternera a la brasa fue espectacular. Tal y como se ve en la foto, nos lo dejaron exactamente como nos suele gustar. No parece muy grande, pero al ser bastante gordo, no te quedas con hambre.
El primero de los chuletones que cayeron fue este chuletón de buey a la brasa. Al igual que en el solomillo, la carne era muy sabrosa y estaba en su punto. Queda claro que en este restaurante la carne la preparan con mimo.
Las chuletillas fueron, sin duda, la decepción. Que conste que estaban muy buenas, pero para un estómago como el mío, seis chuletillas son claramente insuficientes.
El chuletón de ternera Alistana a la parrilla de leña no tuvo el mismo problemas que las chuletillas. Un buen trozo de carne para los más atrevidos que, si cumplen con su deber, dejan el plato listo para revista.
Por supuesto, para pasar toda esta carne, nunca viene mal un buen vino.
El Carmelo Rodero crianza de 2009, como todo buen Ribera que se precie de ese año, es una apuesta segura.
Como postre pedimos el típico sorbete de limón que estaba bueno, pero sin destacar con otros probados anteriormente.
También cayó un arroz con leche que estaba rico. De hecho, bastante rico, pero que palideció en comparación con el rey de los postres de este restaurante.
La tarta de las monjas es, probablemente, el mejor postre que yo haya comido por ahí. Un bizcocho recubierto de natillas y chocolate que es una auténtica fiesta para el paladar.
Con este magnífico punto final a la visita, quiero comentar que el trato del personal es correcto. No son precisamente la alegría de la huerta pero bueno, aquí se viene a comer y no a ver un monólogo. Así que, mientras los camareros sean eficientes, que lo son, el resto debería pasar a un segundo plano.
Que no se me olvide recalcar que una de las especialidades es el lechazo. No he oído más que buenas referencias, así que una nueva visita es obligada para poder confirmarlo.
Ficha:
La Parrilla de San Lorenzo
c/ Pedro Niño, 1
47001 Valladolid
Tlf: 983 33 50 88 / 983 33 45 86
Web: La Parrilla de San Lorenzo
Lo mejor: la carne es excelente
Lo menos bueno: las chuletillas eran escasas
Precio: 40 € por persona
A destacar: la tarta de las monjas me tiene loco
El local forma parte del monasterio de monjas recoletas de San Bernardo, y debido a una ampliación, cuenta con numerosos salones, parte de ellos en galerías subterráneas, que dan cabida a una gran cantidad de comensales. Entrar en este restaurante es como retroceder el el tiempo varios siglos, y la decoración es bien bonita.
Como muestra del ambiente del local, ésta es la carta del restaurante.
Y ya por fin vamos a dejar a un lado la parte menos importante, para centrarnos en el objetivo de la entrada.
Como entrante empezamos con un carpaccio de bacalao con cecina. El embutido estaba muy bueno, y el toque que añadía el bacalao, ayudaba a tener un buen contraste de sabores.
El cestillo de langostinos y setas al curry estuvo a punto de hacerme llorar de lo rico que estaba. Normal por otra parte, teniendo en cuenta que me gustaba todo. Repetiré fijo la próxima vez que venga.
Los chipirones salteados en su tinta y carabineros al verdejo con arroz de verduras, mantuvieron sin problema el nivel del anterior entrante. Una cantidad generosa que no tardó en desaparecer.
El solomillo de ternera a la brasa fue espectacular. Tal y como se ve en la foto, nos lo dejaron exactamente como nos suele gustar. No parece muy grande, pero al ser bastante gordo, no te quedas con hambre.
El primero de los chuletones que cayeron fue este chuletón de buey a la brasa. Al igual que en el solomillo, la carne era muy sabrosa y estaba en su punto. Queda claro que en este restaurante la carne la preparan con mimo.
Las chuletillas fueron, sin duda, la decepción. Que conste que estaban muy buenas, pero para un estómago como el mío, seis chuletillas son claramente insuficientes.
El chuletón de ternera Alistana a la parrilla de leña no tuvo el mismo problemas que las chuletillas. Un buen trozo de carne para los más atrevidos que, si cumplen con su deber, dejan el plato listo para revista.
Por supuesto, para pasar toda esta carne, nunca viene mal un buen vino.
El Carmelo Rodero crianza de 2009, como todo buen Ribera que se precie de ese año, es una apuesta segura.
Como postre pedimos el típico sorbete de limón que estaba bueno, pero sin destacar con otros probados anteriormente.
También cayó un arroz con leche que estaba rico. De hecho, bastante rico, pero que palideció en comparación con el rey de los postres de este restaurante.
La tarta de las monjas es, probablemente, el mejor postre que yo haya comido por ahí. Un bizcocho recubierto de natillas y chocolate que es una auténtica fiesta para el paladar.
Con este magnífico punto final a la visita, quiero comentar que el trato del personal es correcto. No son precisamente la alegría de la huerta pero bueno, aquí se viene a comer y no a ver un monólogo. Así que, mientras los camareros sean eficientes, que lo son, el resto debería pasar a un segundo plano.
Que no se me olvide recalcar que una de las especialidades es el lechazo. No he oído más que buenas referencias, así que una nueva visita es obligada para poder confirmarlo.
Ficha:
La Parrilla de San Lorenzo
c/ Pedro Niño, 1
47001 Valladolid
Tlf: 983 33 50 88 / 983 33 45 86
Web: La Parrilla de San Lorenzo
Lo mejor: la carne es excelente
Lo menos bueno: las chuletillas eran escasas
Precio: 40 € por persona
A destacar: la tarta de las monjas me tiene loco
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